
Los procesos migratorios implican muchas veces tener que reformular las habilidades y conocimientos que una persona ha adquirido a lo largo de su vida.
El aprendizaje de la(s) lengua(s) y cultura de la sociedad de acogida es un instrumento básico para las posibilidades relacionales personales y con el entorno, para acceder a la formación reglada y ocupacional, al conocimiento de derechos y deberes y para ir consolidando un espacio social que facilite el éxito del proyecto migratorio.